martes, 16 de abril de 2013

La tierra de los libres





"Porque recibes por lo que pagas. Paga mucho dinero y consigues una vida cara. Toma lo que es gratis y recibes libertad."
- Off the Map, Crimethinc

Como sucede con muchos planes, la idea de quedarme en Chihuahua para empezar un grupo de Comida No Bombas cambió.
El norte me llamó de nuevo y me sentí por un momento atrapada en un largo y confuso Dejavu, pasando una y otra vez por las mismas ciudades, las mismas carreteras.
En parte mi regreso a Estados Unidos tiene que ver con un proyecto cinematográfico. Mi amigo Jack y yo hemos estado escribiendo un largometraje desde hace un año, y acabamos de celebrar nuestra alianza creativa en Memphis, trabajando arduamente en las primeras convocatorias y documentos para conseguir fondos. Nuestra meta es tener todo listo para poder grabar la película el año que entra y por fin volver ese sueño realidad.

Pero realmente, lo más predominante en mi vida en estos últimos meses ha sido una historia de amor. Normalmente no escribo mucho sobre eso, pero no podría empezar a escribir sobre mi estancia en Estados Unidos sin una introducción adecuada.


Conocí a Adam el 2 de noviembre en Cobán, Guatemala. Había ido a la ciudad ese día con mis queridos amigos Maureen, Sam y Brian a comprar utensilios y a disfrutar algunos placeres culinarios de Babilonia, pero se nos hizo tarde tratando de conseguir cuerda y petates para nuestro campamento en Rainbow. Decidimos quedarnos a dormir en la estación de bomberos, como yo siempre lo hago. Caminando por ahí nos encontramos con Jessy y Fabián, de Estados Unidos y Argentina, quienes parecían querer ir a Rainbow también, y los invitamos a unirse a nuestros planes. Cantamos ruidosamente en la ciudad, celebrando el comienzo oficial del Encuentro Arcoiris.
Justo cuando empezamos a prepararnos para ir a dormir encontramos a Adam: un gringo descalzo con rastas y tatuajes en los dedos del pie, quien parecía absolutamente perdido. ¡Claro! ¡Seguro que él también buscaba el Rainbow! Los siete dormimos en la estación de bomberos y juntos llegamos de ride al encuentro al día siguiente.
No pasé tanto tiempo con Adam en Guatemala. Él se sentía intimidado por las rápidas conversaciones en español en el campamento y a pesar de haber crecido en Los Ángeles y San Diego, su español era desastroso. De todos modos a veces venía a sentarse silenciosamente con nosotros, haciendo un gran esfuerzo para entender cuando Alejandra y yo lo veíamos y le preguntábamos lentamente: "¿De dónde eres?"

Dejé el encuentro de Guatemala para hacer una corta visita al DF. El plan era ver a Jack para trabajar en nuestro guión e ir a la premiere de una película.
Rompí mi record personal de viajar de ride, desde La Libertad (justo en la frontera de Guatemala y México) hasta el DF en sólo 36 horas. ¡Más de mil kilómetros! El viaje implicó dormir una noche en el frío piso de cemento en el cuarto de máquinas de una gasolinera en La Esperanza, Puebla, y después de esa noche helada y el exhaustivo recorrido, me enfermé terriblemente. Mis amigos Ximena y Jack me cuidaron amorosamente y en los cortos periodos que pasaba despierta, escribíamos. Mi cuerpo se sentía impregnado de un dolor terrible que no me dejaba mover siquiera el cuello. No tenía apetito y tenía fiebre. Pensé que tal vez tenía malaria, pero la fiebre no era lo suficientemente alta. Jack tenía un boleto de avión para volver a Nueva York en unos pocos días y más que nada por eso me sentía muy impaciente de mejorar mi salud, así que decidí tomar un antibiótico. Fue horrible. No había tomado ningún tipo de medicina en años y mi cuerpo debilitado empezó a temblar incontrolablemente, un frío penetrante se apoderó de todos mis huesos y vomité. Mis amigos decidieron que tenía que ir al hospital, pero me negué. No quería tener nada que ver con doctores. Finalmente me convencieron de ir al acupunturista, lo cual me pareció mucho más aceptable. El acupunturista me preguntó algunas cosas sobre mi familia y una vez que me relajé le conté sobre no haber hablado con mi padre desde hacía muchos años, y sobre extrañar a mi mamá, pero no verla muy seguido. Él me puso las agujas y me dijo que estaba a punto de empezar una etapa muy diferente de mi vida, pero que antes de empezar tenía que volver a casa y agradecer a mis padres por el regalo más grande que he recibido: la vida.

No creí sentirme mucho mejor después de las agujas, pero de todos modos me negué a ir al hospital y le rogué a Ximena y Jack que me llevaran a casa y me dejaran dormir. Eso fue lo que hicieron. Dormí por un buen rato y al despertar me sentí muy bien, mucho más fuerte y con energía para ir a la premiere de la nueva película de Carlos Reyganas, Post Tenebras Lux. Jack y yo habíamos estado esperando con ansias esta oportunidad.
Al día siguiente le escribí un largo correo a mi papá.


Después de una semana en el DF, Jack voló de regreso a Nueva York. Yo pasé unos días más en la ciudad, paseando con mi hermana Minerva y trabajando un poco. Conocí a un nuevo compañero de viaje, Anthony, de Francia, y nos fuimos de aventón a Palenque. Cuando estuve en Guatemala le dije a todo mundo que no iba a ir al encuentro de Palenque porque sonaba demasiado turístico, una atracción más para el caos del fin del mundo. Pero durante mi estancia en el DF me sentí fuertemente llamada a volver a Rainbow. En los delirios de mi fiebre creía escuchar las canciones del círculo sagrado y soñé muchas veces con esas bellas caras pintadas bailando al rededor del fuego.

Cuando llegué al encuentro la única cara conocida que encontré fue la de Adam. Tenía un punto rojo pintado en la frente y sus grandes ojos azules se abrieron aún más al verme. Nos abrazamos y hablamos por unos minutos.
Desde ese día, nos seguimos encontrando cada vez más, pasando más y más tiempo juntos. Nos enamoramos bajo las estrella, escuchando las profecías de los Hopis sobre la Nueva Era y mirando cerca del horizonte la estrella que brilla azul y rojo.
Dormimos juntos bajo un árbol en la lluvia y tomados de las manos entramos por las puertas de las ruinas pagando sólo con un Om el 21 de diciembre. Me contó que estuvo enfermo al mismo tiempo que yo, con los mismos síntomas, mientras estaba en Guatemala, y sobre la extraña visión que tuvo de ir a China, cambiar su estilo de vida y raparse.

Unos días después Adam voló de regreso a California para la boda de su mamá, pero me prometió volver a Chihuahua en un mes para verme. La despedida nos supo a incertidumbre y tuve que repetirme una de mis citas favoritas de Camus: "No hay amor noble mas que aquel que se reconoce a si mismo como corto y excepcional." Así es la vida...

Después del encuentro partimos en una caravana de 15 personas, un perro y un gato, viajando de ride. Pero no pasó mucho tiempo antes de encontrarme viajando sólo con mis queridos amigos (y en verdad ahora familia) Sam y Arianna. Juntos cruzamos todo México en un mes.


El primer día de febrero llegó y mi esperanza de ver a Adam de nuevo empezaba a morir cuando el teléfono en casa de mi mamá sonó. Escuché su voz diciendo que estaba en Chihuahua y que no sabía como llegar a mi casa. Sam, Arianna y yo fuimos a recogerlo y desde entonces no he pasado un día lejos de él.

Su estilo de viaje es un poco nuevo para mi. Adam ama viajar en trenes de carga y aunque he acampado muchas veces en ambientes urbanos en el pasado, siempre he tenido tienda de campaña. Él considera las tiendas de campaña innecesarias y gracias a la confianza que me ha dado, me encontré por primera vez durmiendo realmente bajo las estrellas, en algún tranquilo pedazo de pasto. La experiencia fue enriquecedora. ¡Vivimos realmente en el mundo!
Despertar y no ver paredes a nuestro alrededor es realmente liberador. Viajé por primera vez en tren de carga de Nueva Orleans a Memphis con Adam, quien nunca deja de sorprenderme con su habilidad para conseguir todo gratis. Nada puede detenerlo. Ha estado haciendo esto desde que tiene 16 años.



Como de costumbre, Estados Unidos me trae sentimientos mezclados. Por un lado, encuentro por todos lados gente con la que me siento conectada, quienes están llenos de recursos, conocimientos y motivación. Por otro lado, las leyes son más que ridículas y parecen volverse peor y peor cada día. ¿Estoy respirando demasiado aire? ¿Cómo que no puedo sentarme en la banqueta? Es rutina que nos corran de lugares. Me acuerdo que cuando Sam caminaba por las calles de Morelia la gente los miraba con curiosidad y sorpresa, pero nunca nos corrieron de ningún lado. En Estados Unidos la mayoría de los lugares pueden corrernos por no tener zapatos. E incluso si no estás haciendo nada contra sus reglas, los letreros de "No Loitering" (no vagabundear) abundan. El concepto parece ser: si no tienes dinero y no vas a consumir, no queremos que existas cerca de nosotros. Es difícil asimilar como este país se enorgullece en su slogan "tierra de los libres, hogar de los valientes." ¿Libertad? ¡La libertad de encontrar comida gratis en la basura, quizás! ¡Consumismo gratuito! Tanto consumismo que le permite incluso a los indigentes ser consumistas. En eso pensé cuando encontramos más de 60 libras de donas en la basura y me di cuenta de que estábamos tomando más de lo que necesitábamos.
La gente ve a dos mochileros sentados a un lado de la carretera tocando guitarra y ¡BAM! de pronto nos encontramos un par de dólares más ricos, bien alimentados y en camino al siguiente pueblo. Es una cultura muy interesante que todavía no logro entender.


Después de pasar casi dos semanas en Memphis, Adam y yo salimos rumbo a Georgia a hacer un curso de Vipassana. Cruzamos Mississippi, Alabama y Georgia enfrentando tormentas, inundaciones e incluso conciertos cristianos. La gente nos recibió casi siempre con curiosidad y amabilidad, y la pasamos muy bien. Y después, la gran sorpresa llegó.
Tres días antes de empezar Vipassana estábamos en Perry, Georgia, cuando nos enteramos ¡qué vamos a ser padres!
Por supuesto, es un gran shock, pero Adam y yo estamos felices y emocionados. Esta noticia trae muchas preguntas a nuestras vidas y mientras nos sentábamos afuera de un Wal-Mart con nuestros instrumentos, abrazándonos y llorando de felicidad y confusión y emoción y miedo, el mundo entero parecía estar cambiando a nuestro alrededor.
Hacer un curso de Vipassana justo después de enterarme de mi embarazo fue una de las cosas más difíciles que he hecho en mi vida. ¿Cómo puedo concentrarme en el momento presente cuando tengo que empezar a pensar en el futuro por primera vez en mi vida? Pero definitivamente fue lo mejor que puede haber hecho en ese momento. Me ayudó a tranquilizarme, a mirar hacia adentro, a dejar que mis sentimientos maduraran en soledad y silencio.

De pronto, el círculo se completó: Las palabras del acupunturista, las pláticas sobre la energía femenina de la nueva era, la inesperada lectura de mano de un hondureño muy amable en Katy, Texas, el panfleto de Peace Pilgrim que encontré en Nueva Orleans, Cartas a un Poeta Joven...
No recuerdo exactamente donde leí estas palabras, pero hablaban sobre observar la naturaleza y ver como la oruga no ansía convertirse en mariposa. Ni siquiera sospecha que es ese su destino. Pero cuando el tiempo llega, la transformación simplemente sucede. Así me sentí. Antes de ir a Rainbow la idea de tener un hijo (o hija) me aterraba. Mi mente estaba llena de restricciones. Pensaba que si me embarazaba nunca podría volver a viajar y no podía siquiera imaginar lo que sería criar un nuevo ser en un mundo tan loco como este. Pero luego conocí a Meadow, una niña de 5 años con una mente brillante, quien viaja con su mamá al rededor del mundo. También conocí a Cornelia y Dennis, de Lituania, quienes estaban viajando de ride con su hija de 2 años por Centro América. Conocí muchos otros niños y padres que son maravillosos, bellos, inteligentes, libres e inspiradores, criados fuera de las convenciones de la sociedad.


Me doy cuenta de que es el momento correcto, y aunque Adam y yo no tenemos mucho que ofrecer en cuestión de bienes materiales o estabilidad económica, podemos ofrecer la libertad que hemos ganado en los últimos años. Una libertad que viene de confiar en el universo y saber que a pesar de las noticias, la civilización, la guerra y el miedo, hay aún en el mundo muchísima bondad, amabilidad, fraternidad y abundancia. Sabemos que no va a ser fácil, y sabemos que vendrán muchos grandes cambios, pero lo vemos como una oportunidad más de crecer. Vamos a tener un(a) pequeña(o) nueva(o) maestro(a).

Estamos tomando muchas decisiones importantes en estos días y estamos felices de tenernos el uno al otro y los muchos amigos que seguimos encontrando en nuestro camino cada día.
Estamos planeando casarnos probablemente en agosto, probablemente en Montana, y nos encantaría estar rodeados de nuestros queridos amigos para esta celebración. Así que, mis queridos, queridos, queridos amigos al rededor del mundo, si cabe en sus planes de viajes para el verano, me encantaría verlos en agosto.