sábado, 20 de octubre de 2012

Semillas para un hogar


De aventón en aventón fui avanzando hasta Belice y de regreso en menos de una semana, mordida por mil mosquitos y dándome la oportunidad de asomarme apenas un poco a este pequeño país de habla inglesa que colinda con México. Realmente necesitaría bastante más tiempo para poder tener una opinión real de esa tierra, pero lo cierto es que encontré mucha gente maravillosa, entre ellos una cálida familia de rusos de gran corazón y fuerte determinación, quienes compartieron su hogar y su granja conmigo.

Al volver a Guatemala recibí el último jalón del día de un trailero y su familia entera y me tocó irme en la parte de atrás de un trailer lleno de dulces, con las piernas colgando hacia la ruta y varios entusiastas compañeritos de aventura. Otro bellísimo atardecer Centroamericano y... Llegué una vez más a San Benito.

De alguna forma los bomberos me convencieron de ir a Tikal. Generalmente trato de evitar lugares turísticos, pero Tikal valió la pena por muchas razones distintas. Los animales caminaban por los senderos junto a los visitantes y para mí, la mayor dicha fue encontrar cientos de árboles de Ojoche, que aquí se llama Ramón, aquella semilla que tuve la oportunidad de probar en Ometepe con los Lnuks y que se cree fue la base de la alimentación Maya.
Pasé una buena cantidad de tiempo caminando por la ruinas recolectando las semillas para cocinarlas después, y también algunas pequeñas que empezaban a germinar.

Fue un día muy hermoso que sirvió como recordatorio de tomarme mi tiempo para disfrutar las cosas a mi alrededor en vez de sólo correr torpe y apresurada a mi siguiente destino desconocido. El atardecer en el lago de Peten fue la vista desde la camioneta que me llevó de regreso a la estación de bomberos en San Benito, y tuve tiempo para reflexionar sobre los últimos meses y en verdad, sobre el último año, desde que empecé a viajar de ride a descubrir las muchas capas de significados que tiene la palabra libertad en mi vida.

A la mañana siguiente dejé San Benito temprano por las mañana para recorrer la ruta que pasa por La Libertad hacia Cobán, tratando de encontrar el Rainbow Gathering del que había estado escuchando durante tanto tiempo desde que empecé a viajar en los Estados Unidos al principio de este año.

Un ex-trailero me dejó en el kilómetro indicado en las instrucciones que alguien me pasó por mail y de pronto estaba ahí... junto a un río de un azul increíble, rodeada de naturaleza y sin escuchar un sólo sonido que no fueran aves y viento.
No estuve tan segura de estar en el lugar correcto porque justo arriba del dibujo del arcoiris que daba la bienvenida a los visitantes, había un letrero que decía "Prohibido el paso, propiedad privada."
Pero seguí el camino, esperando que no fuera a salir nadie con una escopeta.

Me sentí bastante aliviada cuando vi las primeras tiendas de acampar y aún mejor cuando los vi. Debajo de una lona azul, un montón de gente de todas las edades agitaron las manos y gritaron "¡Bievenida a Casa!"
Algunos me abrazaron y me sentí muy feliz de encontrarme con Jordan, a quien había conocido antes en Vipassana.
No tenía idea en ese momento de que tan ciertas eran esas primeras palabras con las que me recibieron... Estaba, en verdad, por fin llegando a casa.


Meditar, cantar, cocinar, jugar, nadar, pintar, enseñar, trabajar y estar en la naturaleza son sólo algunas de las cosas que me han tocado hacer hasta ahora en este campamento semilla.
Después de sólo un par de días de amar a estos bellos desconocidos me di cuenta de que sí, me sentía en casa por primera vez en mucho, mucho tiempo.
Este precioso lugar mezcla la increíble riqueza cultural y natural de Guatemala con los esfuerzos sin fronteras y sin etiquetas de esta gente que se une en un encuentro de amor y comunión.
¡Estamos construyendo una aldea temporal! ¡Y es un trabajo duro! ¡Limpiar maíz, cortar madera, hacer caminos, contruir cosas! Y todo esto con el propósito de construir juntos este hogar al que soñamos volver... Viajeros, creadores, agricultores, gente con todo tipo de búsquedas espirituales, que vienen de todos lados del mundo: en camiones, barcos, aviones, caminando, todos unidos para esto... el nuevo comienzo que esperamos para la humanidad.

Nuestros vecinos de las comunidades Quechi han venido a visitarnos un par de veces y me parece muy inspirador ver a gente de culturas y tradiciones tan distintas compartiendo nuestro amor por la tierra y la naturaleza, estos padres que nos mantienen con tanto amor y paciencia. Aceptándonos todos como hermanos.
Gabriel, el guardián de la finca, recibió con alegría las semillas de Ramón que empezaban a germinar y estaba emocionado de plantarlas  y ver si el majestuoso Ojoche crecería en aquel clima un poco más frío.

Pensé que vendría a este encuentro sólo un par de días y planeaba regresar a México la próxima semana, pero ahora que encontrado este hogar, no creo que vaya a ir a ningún otro lugar. Estoy exactamente donde debo estar.




martes, 9 de octubre de 2012

La revolución será feminista o no será

Una madrugada exhaustiva, recorriendo montañas rodeadas de niebla y cubiertas de maíz, me recibe de nuevo en Guatemala.

He pasado las últimas semanas explorando Nicaragua y Honduras, y por fin ayer crucé de nuevo a tierras chapinas, en las que a pesar de estar en departamentos que no he explorado, me siento un poco más en casa.

La vida va mucho más rápido de lo que pueden teclear mis dedos, y una vez más han pasado muchas cosas que quisiera contar y recordar. Recordar y contar...

¡Dos noches atrás, en la cima del mundo!

¡Agachate! -- me gritaban, -- ¡Esquivá las ramas!
Árboles y nubes y el aire fresco en el techo del camión de bomberos, aquella unidad amarilla que montamos como héroes que han domado un fiero animal.

Nunca he montado un tren de carga, pero me imagino que se siente algo más o menos así.

Una camioneta detenida esperaba a la orilla de la ruta y el conductor, sin un momento de duda, se orilló con un movimiento brusco y ellos: veloces. A penas tengo tiempo de darme cuenta que pasa cuando ya los veo a todos con sus camisetas amarillas empujando fuerte, fuerte y las luces de aquel auto prende y ¡¡¡ram!!! ¡El motor arranca y el conductor celebra con un claxonazo festivo y ruidoso, que suena como un caótico concierto de trompetas desafinadas.
Kurt Vonnegut siempre alabó a los bomberos en sus libros. ¡Y cómo no hacerlo! Es inspirador ver a la gente ayudándose los unos a los otros así. Compartiendo todo lo mucho o lo poco que puedan tener.
¡Ah! ¡Wa! ¡Agh! Enloquecidos y felices con ese viento.
¡Se aprende mucho en la calle, me dice uno de ellos!

Lo mejor de andar de ride es esto. Que uno termina en lugares inesperados, conociendo gente que uno nunca hubiera conocido si no fuera por la adicción y casi devoción a la incertidumbre con la que tiembla cada uno de nuestros pasos.

Jack London decía que la vida del "hobo," el vagabundo, es siempre impredecible, llena de sorpresas.

Con esos pensamientos en la mente fue que salí de Granada hace ya más de dos semanas, con rumbo general al norte de Nicaragua.

A las afueras de Masaya me levantó Carmen, una escritora nicaraguense que había hecho Vipassana hacía algunos años. Interpreté aquel encuentro como una señal para reunirme con los otros servidores de Vipassana y me dirigí más segura a Matagalpa.

Pasé una noche en la estación de bomberos de Sébaco, donde escuché mucho sobre la historia de Nicaragua y sus multiples interpretaciones.

Al día siguiente llegué a casa de Angels, la coordinadora del curso, que me recibió con los brazos abiertos.
¡Tanta generosidad y cariño!
"Yo sólo trato a la gente como a mi me trataron cuando llegué a este país."
Ella vino de España hace ya muchos años y formó en Centro América su hogar.





Matagalpa, además se ser una ciudad preciosa en medio de las montañas, con un clima casi perfecto, resultó también ser un centro cultural y de movimiento feminista muy importante.
Fue por un par de días solamente que me perdí la protesta feminista en la que varias mujeres se desnudaron frente al clero pidiendo que "sacaran sus rosarios de nuestros ovarios," pues van ya varios años que se penalizó el aborto en Nicaragua, incluso en casos de violación o embarazos de alto riesgo, debido a la presión religiosa ejercida por la iglesia sobre un gobierno que se declara "cristiano y solidario."

Lo que por suerte no me perdí, gracias a Angels, fue una hermosa presentación de teatro callejero, bajo una brillante luna llena, en la que decenas de hombre y mujeres, vestidos de negro, representaron la lucha llena de esperanza que se vive en Nicaragua por una libertad verdadera, en la que dejemos de ser carceleros los unos de los otros.
¡Qué inspirador volver a estar contacto con el arte! ¡Sobre todo aquel arte colectivo, sin egos, hecho a mano, con tanta atención al detalle y tanto corazón!
Caminando por las bellas calles Matagalpinas un slogan decoraba varias paredes. "La revolución será feminista, o no será." La importancia del movimiento feminista ha sido una de las cosas en las que más he pensado a lo largo de este año. Probablemente tiene que ver con viajar sola de ride. En Estados Unidos mucha gente lo veía como un acto suicida, pero en Centro América es casi ofensivo.                     ¿Pero no es casada usted? ¿Cómo anda así solita? Eso no debe de ser.                                          ¿Cuál es tu misión? 
¿Misión? ¿Qué podía significar aquello?
Claro, misión. Tiene que tener algún propósito tomar semejante riesgo...
Si yo fuera su esposo no la dejaría a usted andar así. Pero no se preocupe, quédese acá en Honduras, acá le conseguimos un novio, un marido.

En un hostal de Matagalpa logré intercambiar uno de mis libros por una novelita de Vargas Llosa titulada "Los Cachorros."

Más que una novela, Los Cachorros es un cuento largo, el relato de Pichula Cuéllar, un mocoso que es castrado por un perro en la infancia, y los efectos que aquella castración tienen en su vida como adolescente y adulto joven.

Me quedé pensando mucho en aquella historia mientras escuchaba a los hombres que me gritaban cosas en la calle, o los comentarios machistas que son el pan de cada día en Centro América.
"Hoy en día es difícil encontrar un mujer que se quiera casar y formar familia. Ya todas quieren andar por el mundo ahí, no más subiendo y bajando, con una cámara."
Obviamente no todas. La indirecta era muy directamente para mí.
"Lo que se necesitan son mujeres hogareñas. Hay unas que ni lavar la ropa de uno quieren."

Y me divido entre dos pensamientos constantes...
LA REVOLUCIÓN SERÁ FEMINISTA, O NO SERÁ.
¿Cómo podemos aspirar a un mundo de igualdad social, si ni siquiera a nivel familia podemos tratarnos como iguales?
No digo que esté mal ser ama de casa, cocinar para los hijos, lavar la ropa. Para nada. Sólo creo que no debe ser algo impuesto. No creo que debamos ser carceleros los unos de los otros.
No creo que debamos imponernos unos a los otros este o aquel rol. La revolución debe ser feminista porque debe ser humanista. Porque debe reclamar el derecho de todos los seres de ser lo que sea que queramos ser.

"Si todos pensáramos como usted, ya se hubiera extinguido la humanidad," me dijo un tipo por ahí en Nicaragua, ofendido ante mi falta de entusiasmo por la vida de ama de casa.

Y ese es el otro pensamiento...
Después de la visita a Matagalpa fui a Estelí, a la finca de Stephen, el otro coordinador del curso.
Pasé algunos días ahí sin hacer mucho, sólo observando con tranquilidad los alrededores, haciendo chocolate a mano, hablando, charlando, meditando.

Y la meditación, el observar las cosas sin juzgarlas, me hace cuestionarme todo de nuevo.
A final de cuentas, me decía Stephen, todo va exactamente como debe de ir. Es sólo desde nuestra visión antrocéntrica que vemos problemas, pero todo es parte de un ciclo.
La lucha por energía, las jerarquías... las puedes ver entre los animales, entre las bacterias, entre las plantas.

Pero la lucha a final de cuentas es parte de nuestra realidad...

Sigo reflexionando sobre aquel pobre Pichula Cuéllar y el castrante machismo que aplasta nuestra humanidad. Pero creo que es una reflexión más entusiasta ahora, más esperanzada.

En Villanueva conocí a varias bomberas, entre ellas la pequeña Jessica, de doce años. Es verdad que muchas veces se espera de las bomberas que cocinen y ayuden más en las tareas de limpieza de la estación, pero poco a poco... A final de cuentas ellas también, cuando sonaba el timbrazo de emergencia, trepaban ágiles en la unidad y se dirigían con determinación hacia el incendio, la inundación, el panal de abejas.

lunes, 1 de octubre de 2012

Romaticismo vs. Honestidad: Un mes en Nicaragua


"Y me sigo diciendo a mi mismo sobre como voy a ser libre, y trato de pensar en cómo va a ser y todo lo que puedo ver es gente. Me empujan en esta dirección, me empujan en otra dirección - y nada los complace, y se enfurecen más y más porque nada los hace felices. Y me gritan porque yo tampoco los hago felices, y todos empujamos y jalamos un poco más."

- Kurt Vonnegut, Las Sirenas de Titán


Ya ha pasado un mes desde que llegamos a Nicaragua.

El tiempo se ha ido rápido y aquella noche oscura en la parte trasera de una pick-up, admirando la más bella tormenta eléctrica en cielo hondureño, encarrerados hacia la frontera de Nicaragua, y sintiendo que todo era perfecto, parece estar en un pasado muy remoto.



La mañana antes de entrar a Nicaragua Ben, Jenny y yo despertamos en la estación de bomberos de Choluteca. Yo me levanté temprano para ver a los bomberos (y a una bombera) hizar la bandera para celebrar el comienzo de las fiestas patrias.

Después caminamos hacia la carretera panamericana y esperamos un ride enfrente de un puesto de comida. Las mujeres que trabajaban ahí nos miraban con curiosidad. La mayoría eran amigables, pero algunas eras hostiles.

- ¿Sí sabe que nunca le van a dar un ride aquí? - me preguntó una de ellas.

- No se preocupe, somos muy pacientes. - fue mi respuesta.



 El tráfico era lento y empezamos a sentir que en verdad nunca íbamos a encontrar un ride. Pero justo cuando estábamos preparándonos para caminar a la siguiente gasolinera, una camioneta se detuvo y mientras nos apurábamos a subirnos (el conductor tenía mucha prisa) la misma mujer de antes me miró y me dijo,

- Así de injusta es la vida. Cuando ustedes vienen acá, la gente los ayuda, pero cuando nosotros vamos a sus países, nos tratan como perros.

Sin saber que contestar, sonreí a modo de disculpa y me subí al coche, pensando en sus palabras.


Y después me puse a pensar mucho en el romanticismo. Me di cuenta que me sentía culpable escribiendo historias en tono épico y haciendo videos donde todo parece ser diversión y aventura.

Hace poco leí una cita que decía "Viajar es glamouroso sólo en retrospectiva," y no puedo estar más de acuerdo.

Quemados por el sol, tristes, hambrientos, sucios, con sed, y desencantados con nuestros avances lentos, llegamos a Guasaule, frontera de Nicaragua y Honduras.
La línea de immigración era larguísima y descubrimos que teníamos que pagar 12 dólares para entrar a Nicaragua. Las fronteras son tan estúpidas...


Al salir de la oficina de immigración tratamos de encontrar un poco de sombra, pero no tuvimos suerte y tuvimos que pedir ride otra vez bajo el sol. Muy poco coches pasaban. Yo había perdido mi sombrero el día anterior y gracias al teléfono de Ben descubrimos que estábamos en la frontera equivocada, pues nosotros queríamos viajar siempre sobre la panamericana.

Finalmente un trailero nos dio ride y muy lentamente avanzó, cruzando el país hacia la frontera con Costa Rica.

Nos dejó en Nandaime, y pudimos llegar antes del atardecer al hostal de casa de árbol donde mi amigo Courtlen trabaja.

Yo yo seguía pensando y esperando que una vez que llegáramos al hostal todo iba a estar bien. Esperaba encontrar ahí un sentimiento de seguridad y tranquilidad y comodidad... Siempre pensando que la felicidad está en algún otro lugar.

Pero Ben estaba exhausto. Jenny estaba preocupada por renovar su visa. Y yo sólo seguía preguntándome una y otra vez... ¿Cuál es la diferencia entre el optimismo y el romanticismo? ¿Entre el pesimismo y la honestidad?


Nos quedamos en el hostal un par de noches y después decidí que sola o acompañada, yo quería ir a la playa. Ben y Jenny tenían sus propios planes, pero por alguna razón terminamos de nuevo los tres juntos, a la orilla de la carretera con nuestros pulgares extendidos al aire. Un padre y su hijo nos dieron un ride a Popoyo, un hermoso y callado pedazo de arena junto al océano Pacífico, donde acampamos bajo un techo de palma abandonado durante el invierno.


Este año me ha traído bellos recuerdos del comfort del océano Pacífico, con sus olas anchas, su sal, su inmensidad. Por mucho tiempo tuve algunos resentimientos hacia esas aguas, pero después de una lenta reconciliación, puedo disfrutar de nuevo saltar esas olas, como cuando era niña. Una bocanada de agua salada y...
Es noche pusimos el toldo sobre la arena y nos acostamos ahí a ver las estrellas. Y sentí fuertemente que ese momento nos pertenecía por completo.


Ben se estaba enfermando. Empezó a decirme que estaba pensando en volver a casa en Memphis.

- Este lugar es tan hermoso, y por algún motivo no puedo disfrutarlo.

Le pregunté cuales eran sus expectativas de este viaje latinoamericano. Él hubiera querido que aprender español fuera más fácil y que hubiera encontrado más gente con quien conectarse y... No sé que más.

Yo pensé en el sentimiento de vergüenza y tristeza que sentí cuando estaba en la universidad y tanta gente venía de Estados Unidos a México conmigo para grabaciones o viajes de verano, y tenían grandes y específicas expectativas del viaje y el país, las cuales eran siempre aplastadas por la dura realidad de las cosas. Y también pensé en lo feliz que me sentía cuando Jenny sonreía al viento en el sur de México, disfrutando tanto aquellos momentos y haciéndome notar la belleza de la cual he estado rodeada toda mi vida. Y ahora me doy cuenta que estos sentimientos son sólo apegos a MI país, MI cultura, MI América Latina. Ego, ego, ego. Ficción, ficción, ficción.

Jenny también tenía expectativas que no se estaban cumpliendo. Ella había pensado que seríamos sólo nosotras dos y que los recuerdos romantizados de nuestro video se repetirían una y otra vez.


Y yo quería hacerlos felices. Quería hacer a todo mundo feliz. Y no podía evitar sentirme culpable e incapaz y fallida cuando los veía a los dos molestos e insatisfechos mientras el más bello de los atardeceres se nos regalaba sobre las olas. Y una vez más, pensando que la felicidad estaba en algún otro lugar, pensé que una vez que llegáramos a Vipassana todo iba a sentirse bien e íbamos a estar finalmente seguros. Sería perfecto. Sólo era cuestión de esperar. Todo iba a estar bien.




Hubo un temblor en la playa por la mañana y lo sentimos ahí, en la arena. Yo estaba maravillada porque fue la primera vez que viví esa expresión de la tierra sin miedo. No había nada que se pudiera caer sobre nosotros. El planeta estaba sólo bostezando, estirándose, y nosotros lo estábamos sintiendo. Más tarde escuchamos que había una alerta de tsunami, así que empacamos todas nuestras cosas. Courtlen vino a vernos en una misión de rescate, pero el tsunami nunca llegó y esa noche los cuatro acampamos ahí. Fue la última noche que pasamos juntos.



Al día siguiente, Courtlen volvió al hostal. Ben y yo tuvimos una discusión con Jenny y decidimos que lo mejor era separarnos por un rato. Constantemente siento que me he vuelto tan buena en estar sola, que ya no sé como estar con otras personas.



Ben y yo salimos rumbo a Ometepe, y mientras navegábamos los caminos de tierra y dormíamos en el piso de la estación de bomberos, no podía sacarme a Jenny de la cabeza... extrañándola y sintiendo que le había fallado como amiga.

Pasamos esa noche en Rivas, donde conocimos un bombero de 18 años que nos contó muchas historias, y la mañana siguiente salimos a Moyogalpa, en la isla, a tratar de encontrar a los Lnuks, una tribu nómada de la cual Benjamin Lesage me había contado mucho.


Llegamos a su hostal exhaustos y confundidos, pero nos recibieron calurosamente. Mientras ayudábamos a transplantar árboles y arbustos, Juana nos explicaba el uso de las plantas medicinales que estábamos cargando. Usagui nos enseñó una planta que se llama chaya, que crece en el monte y puede comerse si se cocina en una olla sin tapar: una delicia verde que me hizo sentir fortalecida y más saludable. También probamos el ojoche, una semilla que también se recoge en el monte y que se cree que fue una comida importante para los antiguos mayas.



¡Había tanto que aprender en ese lugar! ¡Tanto que hacer! Cuando le conté a Juan y Usagui que iba a un curso de meditación, me dijeron que ellos meditaban con sus manos, porque en un estilo de vida tan cercano a la tierra y a la naturaleza, siempre hay muchas cosas que hacer. Y eso fue lo que hice cuando estuve ahí: medité con mis manos. Exprimiendo limones, barriendo, organizando ropa de segunda mano, cargando cajas, ordenando bicis, y más que nada compartiendo y aprendiendo de esta gente maravillosa. Sus tradiciones y sus ideas son enriquecedoras y muy bellas, y me sentí  honrada y feliz de estar ahí.


Pero también estaba preocupada por Ben... Un día despertó con fiebre y su mente estaba agitada y desorientada. Fui con él al hospital para ver si le podían hacer la prueba del dengue, pero nos dijeron que no se podía hacer la prueba hasta el quinto día de fiebre. Para ese entonces, nosotros íbamos a estar ya en Vipassana. Así que decidió descansar y tomar mucha agua y esperar a que el tiempo lo sanara...


Nuestros días en Ometepe terminaron antes de que me sintiera lista para irme, pero también estaba emocionada porque seguía esperando que Vipassana arreglara todos nuestros problemas, sin darme cuenta que por mucho tiempo había esado esperando que el siguiente momento sería el momento correcto.

Pasamos una noche en Granada con el resto de los Lnuks. Finalmente conocimos al Indio Viejo, de quien habíamos oído mucho, y disfrutamos con ellos una maravillosa cena vegana. Me sentí en casa, y sentí que seguía encontrando familia en este viaje, pero en verdad no me quedé suficiente tiempo para explorar ese mundo más profundamente, así que trato de recordarme a mi misma que no debo romantizar esas cosas.

Pensé mucho en Benjamin Lesage y lo mucho que he aprendido de él desde que lo conocí. Cuando Memphis Ben me contó sobre sus ganas de querer estar cómodo y seguro, recordé algo que el otro Ben me había dicho y lo compartí con él.

- Esta es la realidad de la mayoría de las personas del mundo. Hambre, sed, cansancio.

Y nosotros somos tan privilegiados... Y aún más privilegiados al tener la oportunidad de entender este contraste en nuestra propia experiencia.

Me dí cuenta que ya llevo un año de estar viajando.


La mañana del 12 de septiembre nos recibió en Granada y yo pensé que finalmente, finalmente!, todo iba a estar bien e íbamos a encontrar lo que estábamos buscando.


Habíamos quedado de vernos con Courtlen, y nos encontramos también con Jenny. Después de desayunar el dueño del hostal de casa de árbol, Chad, nos llevó al kilómetro 55, donde empezamos la caminata rumbo a la casa de retiros donde sería Vipassana.


Al llegar, me encontré con una gran sorpresa. Todos los servidores habían desertado de último momento, así que los profesores me pidieron a mi y a otras dos chicas que apoyáramos el curso como servidoras. Era nuesta oportunidad de crecer aún más en el Dhamma. Las dos españolas, dos coordinadores y yo éramos muy pocos para servir un curso de casi cien personas. Y aunque realmente yo sólo quería tomar el curso, sentí que había estado tomando demasiado en los últimos meses, y no había estado dando suficiente. Así que aún sin sentirme lista, pasé esos días trabajando en el curso, re-aprendiendo como dar y amar sin esperar nada a cambio.


Fue difícil darme cuenta mientras estuve ahí, pero ahora que ha pasado ya una semana desde que salimos del curso, dos aprendizajes siguen palpitando con cada una de mis respiraciones.

La primera tiene que ver con el ego. Me di cuenta de que toda esa preocupación por hacer felices a mis amigos, era sólo mi deseo de sentirme util. Uno de los discursos de la noche habla sobre este tema. Me sentía herida al saber que Ben no estaba feliz en su viaje por Latinoamérica porque atormentaba pensando en él como MI amigo, sintiéndose insatisfecho en MI tierra. Y esas dos cosas son ficción, porque nadie le pertenece a nadie y la tierra tampoco puede pertenecerle a nadie. La gente existe, la tierra existe, y todo estamos sólo tratando de encontrar nuestros caminos. Incluso MIS verdades, MIS palabras, las cuales escribo ahora no son nada más que ideas vagas que seguirán cambiando y cambiando. Me di cuenta que quiero crecer en el camino de la humildad, porque encuentro una fuerte verdad en él, y me doy cuenta también que tengo mucho trabajo por hacer.


La segunda cosa que empecé a entender tiene que ver con mis preguntas sobre el romanticismo. Cuando no podía meditar porque estaba distraída, me refugiaba siempre en la fantasía: soñar despierta. Pensaba en que una vez que terminara el curso podía ir a estos y otros lugares, viajar, explorar, caminar, y seguía haciendo lo que he estado haciendo siempre... pensando que la felicidad estaba en algún otro momento.
¡Fui tan feliz cuando viví en Nueva York! ¡O aquella noche en la parte de atrás de la camioneta, viendo la tormenta eléctrica! Y claro, esos momentos fueron felices, pero están en el pasado. El último día del curso, cuando todo mundo pudo hablar de nuevo, platiqué con Jordan, de Estados Unidos, un tipo muy interesante que ha hecho Vipassana varias veces. Cuando le conté sobre refugiarme en ese soñar despierta, él me dijo:
- Pero si quieres despertar, no es hora de soñar.
Siempre había visto esos sueños como algo tan indefenso... Pero finalmente me di cuenta que me había estado perdiendo de la belleza de tantas cosas, porque incluso en los momentos que recuerdo con mayor felicidad, seguía pensando como podrían ser mejores, o deseando que se repitieran eternamente. Nunca realmente satisfecha... Jordan dijo algo más en lo que sigo pensando. "Cada momento guarda el completo potencial para hacerte tan feliz como puedes ser, si lo vives al máximo." O algo así...

Ben se escapó del curso en el tercer día y cuando el curso terminó, él ya estaba de regreso en Estados Unidos. Me dio mucha tristeza no poder despedirme de él, pero ahora siento que no vale la pena estar triste por nada, y ahora tengo la bella oportunidad de viajar sola de nuevo. Estoy contenta con eso. Él está haciendo lo que siente que tiene que hacer, viviendo lo que tiene que vivir. Jenny se fue al norte con Jordan y estoy casi segura que los veré antes del fin del mundo. Creo que muchos caminos se cruzarán de nuevo en Rainbow Gathering al final del año.


Mientras, me siento más fuerte e inspirada ahora. He estado meditando todos los días y practicando, practicando, practicando el saborear cada instante por lo que es, sin esperar que sea algo que no es.

miércoles, 29 de agosto de 2012

El Sueño Centroamericano


A veces, antes de irme a dormir trato de ver todas estas imágenes con claridad y todas las historias se empiezan a mezclar.

Sí... una noche muy oscura después una barra libre de absinthe en Nueva Oreleans, saltando una barda para llegar al muelle en el río de Mississippi, escuchando el agua rugiendo tan fuerte, el agua que nos separaba de aquellos grandes y luminosos edificios.
Las semanas y los días y las horas... ¿Hace cuánto fue todo esto?




Ayer fui a nadar al lago Atitlán. Guatemala.
Flotando ahí, en el agua, rodeada de hermosos y verdes volcanes, pensé en toda el agua que había visto y contra la que había luchado este año.
Es temporada de lluvia en Centro América.
Llueve todos los días. Y una vez que empieza, no para.

Llegamos a Guatemala hace un par de dias y hemos estado caminando en los campos de café, recogiendo aguacates en el bosque y escondiéndonos de la lluvia.



Después de dejar Veracruz hace un par de semanas, viajé sola de ride al DF. Uno de los días más fáciles de ride en la historia. Ni tuve que pedir aventones porque sólo al andar caminando un par de metros sobre la carretera algún coche se orillaba para ofereceme un ride exactamente a donde necesitaba ir. Un señor muy amable me invitó a desayunar y dos poblanos muy buena onda me regalaron un chocorrol. Y mientras, me acercaba más y más al infierno del que huí en junio y que ahora me dejó en la boca un dulce sabor de hogar.

Fue maravilloso ver a mis amigos y disfruté mucho estar rodeada de tanta gente distinta por un par de días. En el DF me reuní con mi amigo Ben, a quien conocí en febrero o marzo en Memphis mientras yo viajaba a través de Estados Unidos. Me invitó a quedarme en su casa después de leer mi open couch request en CS. Él dejó Memphis hace un par de semanas para venir a Latinoamérica y va a viajar hacia el sur hasta llegar al fin del mundo.

¿Quién hubiera pensado que el verano sería tan húmedo y frío en México?
¿Cómo puede uno estar listo para eso?

Ben nunca había viajado de ride. Salimos del DF hace una semana y nos tomó tres días y medio llegar a San Lucas Tolimán, donde nos reunimos felizmente con Jenny.
Y aquí estoy de nuevo... Con un par de gringos que huyen del suño americano. ¡Soy la coyota! Traduciendo y leyendo los mapas que nos llevan a nuestro siguiente destino: ¡Nicaragua!

Centro América me parece el verdadero sueño: el último ride del día en La Ventosa justo al atardecer. Montados en la parte trasera de una pick-up, viendo gigantescos molinos de viento contra el cielo que cambia de azul a naranja a fuego a negro. Y las estrellas salen lentamente, con media luna sobre nuestras cabezas que ilumina todo.

Despertamos en la mañana en una gasolinera en Tapanatepec y caminamos un par de cuadras buscando un tope y un poco de sombra y ¡oh sorpresa! ¡Al otro lado de la carretera había un montón de enormes árboles de mango con frutas gigantes colgando de las ramas!
Crucé corriendo para descubrir el suelo pegajoso y naranja y el dulce olor de la tierra bajo los árboles: ¡¡¡mangos pudriéndose por todos lados!!! Intenté encontrar alguno que no estuviera medio comido por bichos y una viejita salió de una casa cercana y me vio.
- ¿Quiere magos, güera?
Asentí entusiastamente. Ella entró en la casa y ¡regresó con dos bolsas llenas de mangos maduros y hermosos, a punto de reventar en su dulzura! Sólo acepté una de las bolsas porque no quería cargar las dos.
Regalamos la mayoría de los frutos, que aunque estaban en buenas condiciones eran bastante fibrosos y no quise arruinar mi amor por el mango comiendo demasiados.



Y así van las cosas...


Claro que me doy cuenta de lo mucho que estas historias están romantizadas. También hay muchos momentos de tener que caminar en el calor infernal o la lluvia, cargango pesadas mochilas. Muchas veces andamos pegajosos, sucios, hambrientos, aburridos y muy, muy cansados de esperar. Pero de alguna forma en mi memoria se guarda todo como los días de plenitud, diversión y aventura.

Hace un par de días Jenny y yo corrimos en las calles de San Lucas mientras una lluvia furiosa caía sobre nosotras. Mi mamá siempre me decía sobre la lluvia: "Te mojas y te secas. ¿Cuál es la tragedia?"
¡Y es cierto!
Me puse mi impermeable y el dinero guatemalteco es de plástico. Me quité los lentes y corrí, saboreando esas bellas luces borrosas que manchaban el pavimento y la noche entera. ¡Mojadas no dice nada! ¡Nos empapamos por completo! ¿Riendo y gritando y SÍ! No hay tradedia en la lluvia.


Mañana salimos a El Salvador y es muy emocionante viajar con amigos otra vez. Los tres vamos a Vipassana en Granada en dos semanas, y después vamos a Costa Rica a renovar la visa de Jenny.


¿Después? Ya veremos...

sábado, 11 de agosto de 2012

De Turista a Vagabundo

"Esto es lo que significa ser una aventurera en nuestros días: renunciar a las comodidades de la mente para hacer realidad las posibilidades de la imaginación. Porque todo lo que nos rodea dice '¡No puedes hacer esto, no puedes vivir sin eso! ¡Nada es útil a menos que esté en servicio del dinero, de las ganacias, de la estabilidad.' La aventurera se entrega a las olas de caos, confía en que el mundo la apoyará, y al hacerlo le da la espalda al miedo y la obediencia que se le ha enseñado. Rechaza el indoctrinamiento de la imposibilidad. "
- Fuera del mapa
Crimethinc

He viajado bastante en México desde que empecé a viajar en octubre del 2011.

¡Es un lugar maravilloso para viajar!
Pero nunca había viajado sola de ride hasta el mes pasado, después de que Jenny se quedó en el Instituto Mesoamericano de Permacultura en Guatemala y yo tuve que regresar por mi cuenta a Veracruz.

En ocasiones anteriores en las que había estado en el sur de México, me había pasado que me gritaran cosas en inglés y siempre supuse que era porque estaba con extranjeros.

Esta última vez me dieron un ride increíble en uno de esos taxis-bicis en la frontera Guatemala-México, en Tecún-Umán, donde hay un puente largo que separa los dos paises. Desde el puente se puede ver gente cruzando el río en lanchitas y grandes llantas negras de hule, algo así como lo que me imaginaba de niña que harían los inmigrantes que cruzan la frontera con Estados Unidos en el norte.
He cruzado la frontera de Estados Unidos y México muchas veces, un par de ellas caminando, pero nunca vi a nadie cruzar el Río Bravo. Me imagino allá se tiene que ser más discreto.

El chico que manejaba la bici me llevó por unos 5 minutos al otro lado del puente y aprovechó para contarme que lo que realmente quería hacer era ir a Estados Unidos. Me dijo que quería viajar. Se sorprendió bastante cuando le conté que yo había llegado hasta ahí desde el DF "de jalón," como dices en Guatemala, y se río mucho.

Después de cruzar la frontera, un grupo de gente empezó a gritarme en inglés de nuevo. Yo les respondí alegremente en español: "¡Soy Mexicana!"

Por alguna razón todo esto me hizo recordar un día viajando de dedo en Texas en el que tuve que pasar la noche en Houston.
Un mexicano muy buena onda me dio un aventón en una van de un servicio de tintorería. Nos llevamos tan bien que decidí quedarme un rato a ayudarle con el trabajo. Manejamos por una rato de negocio en negocio, recogiendo la ropa sucia y entregando la ropa limpia.  Él me dijo que me estaba enseñando a trabajar, por si quería quedarme a buscar el sueño americano. Ahora sabía como hacerlo. Es gracioso cuantos trabajos le ofrecen a uno cuando se viaja de ride...

Después hablamos mucho sobre el sueño americano... Él decía haberlo alcanzado porque ahora tenía un iPhone y una casa y una familia y si tan sólo me quedara un poco más de tiempo me podría presentar a sus hijas y su esposa para que pudiera ver con mis propios ojos lo feliz que era. Parecía auténticamente feliz...

El último ride del día me lo dio un veintiañero con una barba gigante que habló del Illuminati todo el camino hasta Houston y que amablemente me dejó en un café lleno de vaqueros justo en Downtown Houston. 
Yo nunca había estado ahí.
No conocía a nadie ni tenía ningún plan.
Había sido demasiado optimista en mi intento absurdo de llegar desde Austin hasta Nueva Orleans en un sólo día.
Claro, imaginé que no lo iba a lograr, pero había esperado al menos pasar Houston, pero estuve demasiado tiempo subiendo ropa sucia a una van. Valió la pena.
En el café, una amable señora me ayudó a encontrar un hostal barato en la zona con su iPhone y me encaminé por las oscuras calles de la ciudad tratando de seguir las instrucciones ambiguas que sugerían que tomara el camino donde pasaba por el parque de los adictos al crack.
¡En estos caso es bueno no equivocarse de dirección!
Había dibujado un pequeño mapa en mi cuaderno y lo usaba para guiarme.
Estaba esperando a cruzar la calle cuando una indigente se me acercó. Me miró por un momento y después me dijo: "Te iba a pedir dinero, pero ahora veo que tú también andas en la calle."
No supe que contestar, así que asentí.
"Ah, pues hay un buen puente donde puedes dormir de aquel lado. Allá no hace frío."
Le di las gracias y seguí caminando al hostal.
Cuando llegué me encontré con que la noche costaba 18 dólares. Yo tenía 5.  La mujer acargo fue muy amable y me dio un "descuento de hitchhiker (me gusta la palabra autostopista)" y me dejó quedarme ahí por esos cinco dólares.
Primera y única vez que me he quedado en un hostal.
Así que ya puedo decir que lo hice. Ja.

Al día siguiente, de camino a la para de camión para salir a la carretera, me encontré con un viejo vagabundo que me preguntó si había comida y que me sugirió ir a una iglesia cercana donde estaban regalando comida. Ya traía provisiones: sandwiches y plátanos del hostal, así que le di las gracias y me alejé.

Y me parece muy gracioso que viajando en el sur de México tanta gente me vea como turista mientras en Estados Unidos tanta gente me veía como indigente. Creo que me veo más o menos igual aquí que allá, excpeto que en Estados Unidos cargo más cartón porque es más difícil conseguir aventones sin letreros.


Hace un par de fines de semana mi amiga Lizzette y yo fuimos a Coatzacoalcos porque ella trabaja con immigrantes centroamericanos y participa en un programa de voluntarios que ayudan a alimentar a los immigrantes debajo de un puente, cerca de las vías del tren. 

¡La pasé increíble! La idea me recordaba a Comida No Bombas, aunque tan parecido en verdad. Pero darle de comer a la gente siempre es chido. Mi amiga hizo un cortometraje sobre una comunidad en Veracruz donde unas señoras les hacen de comer a los immigrantes y les avientan las bolsas cuando va pasando el tren. ¡Son unas heroínas estas señoras! ¡El espíritu de compartir a todo lo que da!
El corto dura sólo 5 minutos, chéquenlo si tienen chance:





Y bueno, la pasé genial con los migrantes.
La mayoría eran hondureños y muy jóvenes. Me sorprendió ver que varios tenían ojos verdes y cabello rubio pajizo. Me contaron que en Honduras hay muchas mezclas raciones. Estaba ahí tirados, comiendo sus tortas y muertos de la risa contando historias. Sólo vi dos mujeres.
Hubo un migrante con el que hablé más. Un hondureño que había trabajado ya un tiempo en Wisconsin y que por ese trabajo había conectado otra chamba en Dublín, pintando las paredes de un barco, y que después había trabajado ilegalmente en Francia también antes de que lo regresaran a Centro América. Ahora quería ir a Estados Unidos otra vez y ver que podía pasar.
Ya sé que muchas de estas historias seguramente ni son ciertas, pero también las buenas mentiras tienen crédito. Yo también le miento a veces a gente que no voy a volver a ver jamás. 

Después se escuchó un ruido muy fuerte y los migrantes saltaron de entusiasmo.
¡El tren se acercaba!
"¡La Bestia!," gritó uno de ellos.
"¡Enséñale, salta para que te grabe con su cámara!" le gritaron los demás.
El migrante corrió frenéticamente tras del tren y se colgó de un salto a la escalera del vagón. Saludó, triunfante, y después se bajó otra vez y corrió hacia nosotros, donde sus compañeros lo celebraban.
¡Y yo con la boca abierta! No dejaba de pensar en las fotos horribles de los periódicos amarillistas que siempre andan encontrando cuerpos de gente en las vías del tren. Y esos weyes... ¡Me la pasé increíble con ellos!
Sé que cruzar México no es fácil para ellos y que tienen que pasar por situaciones horribles y violentas en muchas ocasiones,  pero en ese momento parecían estar divirtiéndose. El sueño americano sonaba como una aventura impresionante.

¡Y hey! ¡Ellos son los güeros! ¿¡Por qué soy YO la turista!?

lunes, 30 de julio de 2012

¡LEJOS! (Y no tan lejos)

Mis queridos amigos, conocidos, familiares, extraños y todos.

He tratado de tener un blog un par de veces en el pasado, y nunca funcionó.
Un par de cosas me llevan a intentar de nuevo, y espero en esta ocasión en realidad publicar cosas.


Borré Facebook en octubre de 2011.
También renuncié a mi trabajo y empecé a viajar de ride (autostop, jalón, aventón).
Me tomó hasta julio del 2012, finalmente juntar el valor para deshacerme de la mayoría de mis cosas, enviar el resto a casa de mi mamá, dejar mi amado departamento y mis amados roommates y dejar definitivamente el DF.
Pero lo hice.
Y aquí estoy ahora. Libre. O al menos por ahora me siento muy libre.


Mi yo-sin-facebook entonces pensó que si alguno de ustedes piensa en mí algún día, y se pregunta dónde estoy o lo que estoy haciendo, puede consultar este sitio y saber que todavía estoy viva. Que no me han matado, secuestrado, asaltado o cualquier otra cosa que se piensa cuando la gente habla de viajar en ride.

Por ahora estoy en Acayucan, Veracruz, editando un documental (no mío). Calculo terminar este proyecto en algún momento de agosto y seguir viajando. Probablemente rumbo a Nicaragua.

Salí de la Ciudad de México con mi amiga Jenny un par de días antes de las elecciones, rumbo a Chiapas y luego de Guatemala. Si quieren tener una pequeña idea de lo vivimos en esos días, pueden ver este pequeño video que hice sobre el viaje.

 

AWAY! Two girls hitchhiking to Guatemala. from Marissa Rivera Bolaños on Vimeo.

Escribiré más sobre el viaje y las cosas
en las que me ha hecho pensar una vez que encuentre la manera de subir fotos.