domingo, 8 de septiembre de 2013

Un viaje distinto: El embarazo como tiempo de cambio

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí.
Muchas cosas han pasado en los últimos meses: encuentros milagrosos, viajes, aprendizaje, bodas, sorpresas, lecciones de vida, etc.
Adam y yo en nuestra boda del Rainbow.
Mi silencio no se debe a falta de cosas que contar, sino quizá a timidez.

Mentiría si negara que desde la última vez que escribí mi vida ha estado girando alrededor del ser que crece dentro de mi y las muchas preparaciones y aprendizaje necesarios para el evento que pronto cambiará mi vida y la de mi pareja.
 
No quise y aún no quiero convertir este blog en un blog sobre embarazo (no tengo nada en contra de dichos blogs, me parecen de hecho muy inspiradores), pero lo único sobre lo que quería escribir era sobre el embarazo.

He estado leyendo Ina May Gaskin, Aviva Romm y algunos otros autores que promueven embarazos y partos naturales. También he estado leyendo blogs, historias de nacimiento y diferentes opiniones sobre embarazo y maternidad.

Y no es hasta ahora, ya con seis meses de embarazo, que me atrevo a reconocer dos grandes razones por las cuales no he continuado este proyecto del blog:

1. Miedo.

Durante los primeros meses de embarazo tenía miedo de hablar con mis amigos y familia sobre el tema porque me temía un aborto natural o alguna otra tragedia. No quería emocionarme demasiado.

Desde que supe que estaba embarazada he tenido claro que quería evitar los doctores, hospitales y medicinas a todo costo. Mis experiencias con esas cosas han sido casi siempre negativas y a pesar de que no sabía mucho sobre partos, había escuchado algunas historias en el pasado que me habían inspirado.

La primera vez que tomé conciencia que el parto podía ser algo distinto al dolor agonizante del que siempre había oído, fue cuando platiqué con la hermana de uno de mis amigos de la universidad, que había tenido a sus bebés en agua. A pesar de que no entramos mucho en detalles, me contó de quedarse dormida entre contracciones en un jacuzzi cómodo y relajante, y describió las contracciones como sensaciones intensas, pero no dolorosas. Me impresionó mucho escuchar esa historia. Siempre había pensado que el parto era el máximo exponente de dolor en la vida e incluso recuerdo preguntarle a mi mamá cuando era niña "¿qué duele más, tener un bebé o que te disparen con una pistola?"

Mi querido hermano del Rainbow, Sam, también me había contado que su hermana biológica había tenido un "parto orgásmico," sola, en una cabaña en algún bosque en Canadá. Pero de nuevo, como en ese momento yo no estaba tan interesada en el tema, simplemente guardé la historia en algún rincón de mi mente como recordatorio de que si otras mujeres podían disfrutar la experiencia, yo también podría cuando me llegara el momento. Sinceramente no pensé que mi momento llegaría tan pronto.

Al poco tiempo después de saber de nuestro embarazo, Adam y yo decidimos viajar a México de nuevo y por obra de la maravillosa sincronía universal conocimos a nuestra amiga Katee en Baton Rouge y terminamos viajando con ella de ride desde San Antonio hasta el DF (una historia que merece su propio espacio, el cual espero en algún momento poder darle).

Durante este viaje sentí mucha paranoia a cerca de muchas cosas relacionadas con mi cuerpo y la posibilidad de que algo pudiera pasarle al bebé me aterraba. Fue durante esos primeros meses que casi decidí ir al doctor, pero no teníamos dinero para pagar por la consulta ni el tiempo para investigar a fondo las opciones gratuitas. Cuando llegamos al DF nos quedamos en casa de mi amiga Ximena, donde finalmente encontramos el espacio de comodidad y cariño que necesitábamos para investigar algunas opciones. Buscando en internet encontré la película "Parto Orgásmico: el secreto mejor guardado." La película terminó de convencerme de no ir al doctor, incluso si alguien se ofrecía a pagar los gastos o si encontrábamos una opción gratuita. Decidí confiar en mi cuerpo y en la naturaleza.



Como era de esperarse, esta decisión causó mucha controversia entre mis amigos y familia. Tiene sentido que la gente que nos quiere se preocupe por nosotros y nuestro bienestar. Pero es una lástima que la sociedad nos haya entrenado para tener una mentalidad tan estrecha a cerca de la salud y de los procesos naturales del cuerpo, como lo es la gestación.
"Es que esto no se trata sólo de ti, sino del bebé," o "No creo que sea una locura, sino una decisión irresponsable," fueron algunas de las cosas que tuve que escuchar. Una vez más me siento profundamente agradecida de no tener facebook, si no seguramente sabría aún más de las cosas que la gente dice a mis espaldas.
Pero siendo tan terca como lo soy, y de alguna forma sintiéndome fortalecida por la confianza y energía que Rainbow dejó profundamente marcadas en mi corazón (¡nuestros cuerpos sanan! ¡La naturaleza funciona!), me apegué a mi decisión y seguí viajando de ride con Adam a través de Tlaxcala, Puebla, Veracruz, Michoacán, Jalisco, Zacatecas, Durango, y finalmente Chihuahua, donde tenía muchas ganas de visitar a mi mamá por segunda vez en el año. Durante el viaje recibimos muchas bellas manifestaciones de hospitalidad, las cuales quisiera describir a detalle, pero no quiero salirme mucho de tema del cual necesito escribir en este momento. Vale la pena mencionar a María, César y Marco, quienes nos acogieron en su hogar en Chignahuapan, a Lizzette y Jorge, quienes nos inspiraron a soñar un futuro en Coatepec, y por supuesto a mi querida hermana Minerva, que siempre me recibe con los brazos abiertos (siempre y cuando me bañe cuando llego a su casa).
Durante todo el viaje Adam y yo pasamos por una tremenda tormenta emocional. Adam se enfermó muy gravemente, al punto (le dijeron los doctores de occupy medical algunos meses más tarde) de casi morir. Tanto él como yo nos sentimos desamparados en esos momentos e irremediablemente ineptos para enfrentar la tremenda tarea de cuidarnos el uno a otro y a nuestro bebé.
El/la bebé parecía además una idea muy abstracta. A pesar de que cada semana buscábamos en internet la descripción de su desarollo, todavía no podíamos sentir sus movimientos y a veces parecía que todo era un sueño loco del cual estábamos a punto de despertar.
Me sentí muy feliz cuando finalmente llegamos a Chihuahua y mi mamá me sorprendió una vez más demostrando lo abierta y adaptable que realmente puede ser. Le enseñé la película del parto orgásmico y reflexionamos juntas a cerca de sus embarazos. Se dio cuenta de que quizá no soy tan irresponsable como parecía cuando le dije por primera vez que no quería un parto en el hospital. De todos modos insistió en hacerme un ultrasonido con la máquina de su clínica veterinaria, y vimos por primera vez la imagen de nuestro/a bebé pateando y moviéndose.
Los ojos de Adam se llenaron de lágrimas y mi mamá estaba llena de dicha. Pocas veces la he visto tan feliz como es día. Era demasiado pronto para saber con el ultrasonido si nuestro bebé es niño o niña y esa fue una de las razones por las cuales nos sentimos cómodos con el proceso. No es tanto que esperemos la "sorpresa" sino que el género no nos importa mucho y no queremos empezar a prejuzgar a este ser. De cualquier forma planeamos criarlo/a de la misma manera sin importar las particularidades de su cuerpo.
Mi mamá también insistió en hacerme algunos exámenes de sangre para que nos aseguráramos de que no tengo anemia o alguna otra complicación. A pesar de que mis resultados salieron perfectos tuve que lidiar con muchos desacuerdos por parte de un viejo amigo sobre las decisiones que estoy tomando durante mi embarazo. Él (muy amablemente) quería regalarme píldoras de ácido fólico y me explicaba constantemente las cosas que sus amigos doctores decían que se debían hacer y no hacer durante el embarazo y parto. "Pero como muchas espinacas, acelgas y otras hojas verdes. No necesito ácido fólico artificial, muchas gracias," fue mi respuesta que él recibió un poco como insulto.
Cuando supo de mis planes para un parto natural sin drogas me dijo "¡Quiero estar ahí para escucharte gritar!" Traté de mantener una mente abierta y tomarlo con humor, pero me di cuenta que estaba acumulando un poco de resentimiento contra el escepticismo con el que me estaba enfrentando. Es un poco difícil no tomarlo como algo personal. ¿Por qué estaría la naturaleza en contra mía? ¿En contra de todas las mujeres? Siempre he sido fuerte y saludable, incluso en mis años adolescentes de comer porquerías y aún más ahora que cuido amorosamente mi nutrición. He pasado por periodos aterradores durante el embarazo, donde temo que todos los demás tengan razón, donde dudo mi cuerpo. Los imagino en gestos de desaprobación y tristeza mientras lamentan alguna catástrofe relacionada conmigo o mi bebé: "Se lo dije, pero no me hizo caso... Si hubiera ido al doctor..."
Perry, Lauren (con Clementine en brazos) y Kaleb. Camino a Montana. Lauren y Kaleb tuvieron a su bebé en casa, ellos solos. Ambos tenían 18 años y fueron una gran inspiración para nosotros.

Ese miedo fue una de las razones por las cuales no había escrito en tanto tiempo. Tengo miedo de alabar y promover el embarazo intuitivo y el parto natural sin drogas y terminar con una cesárea de emergencia o algo aún peor. 

La segunda razón de mi silencio es un poco más difícil de explicar, pero lo voy a intentar...


2. El dilema feminista: ¿vergüenza?
En mis años de preparatoria y universidad solía pensar que tener un bebé arruinaría mi vida por completo.
Recuerdo el sentimiento de alivio al graduarme y el pensamiento (que expresé a algunos de mis amigos cercanos) de que aunque sería complicado e inconveniente para mi embarazarme en ese momento, ya no sentía que arruinaría mi vida.
Han pasado más de tres años desde entonces. Me mudé al DF, trabajé en la industria de cine, conocí a un montón de mis ex-héroes, viajé a Europa, viajé sin dinero, viajé en tren de carga, viajé de ride sola por Centro América, México y Estados Unidos. ¡Tengo 26 años! Me sorprendió mucho darme cuenta de que muchos de mis amigos y conocidos reaccionaron a mi embarazo (o quizá al embarazo en general) como si fuera una adolescente que ahora no podría terminar la preparatoria. Mi abuela dijo: "claro, viajando sola... Obviamente algo así iba a pasar."
Por muchas razones distintas, mucha gente aún piensa que tener un hijo es la mayor tragedia del mundo.
Digo, hay muchas caras de esta discusión... Fui a la universidad en Nueva York, donde la edad promedio para tener tu primer bebé es probablemente 35 años (al menos entre universitarios), pero crecí en una ciudad donde el propósito de vida de muchas mujeres se resumía en casarse y tener hijos.
Siempre me he considerado feminista, desde que era niña, y pasé por una etapa de no querer tener hijos para diferenciarme de la idea de que las mujeres existen simplemente para gestar y parir. Además solía considerarme a mi misma irremediablemente egoísta y no podía imaginar dar tanto de mi tiempo y mi ser a una criatura que dependiera por completo de mi.
Durante la universidad leí a Simone de Beauvoir y aunque no creo haber entiendo por completo entonces, tengo un recuerdo ambiguo de haber interpretado sus textos con la conclusión de que "negar nuestra feminidad con el propósito de alcanzar la igualdad es auto-mutilación."
Y quizá estoy simplemente tratando de culpar a alguien o algo para poder reconocer finalmente que he estado lidiando con un sentimiento muy extraño de vergüenza al hablar o escribir sobre embarazo.
Una de mis muy queridas amigas de Rainbow me confesó que se sentía incómoda con el tema porque todas mujeres embarazadas que conoce parecen de pronto no poder hablar de ninguna otra cosa.
Supongo que el miedo a la pérdida de identidad es muy natural al pensar en la maternidad y para la gente que vive preocupada por sus carreras y el "éxito" profesional el miedo puede ser aún mayor.
Incluso cuando hablamos de la labor de parto el movimiento feminista ha tenido un impacto profundo. Después de haber oído todas sus vidas que la principal diferencia entre el cuerpo femenino y masculino (la capacidad de gestar y dar a luz) tenía forzosamente que manifestarse con tortuoso dolor, muchas feministas aceptaron los medicamentos y drogas durante el parto como un gran símbolo de emancipación, igualdad y libertad.
En lugar de aprender a observar las sensaciones únicas del parto como una fuerza de vida incomparable y poderosa, culturalmente las hemos entendido como un "castigo" (¡qué no merecemos!) y por tanto las hemos rechazado, aceptando sedantes que acallan las voces de nuestros cuerpos.
Recientemente terminé de leer "Embarazo Natural: Hierbas, Nutrición y otras opciones Holísticas," de Aviva Romm. Encontré una gran fuerza e inspiración en esas páginas para liberarme del extraño sentimiento de vergüenza que había estado viviendo. Me tomó un poco de tiempo, pero ahora veo el embarazo como un proceso empoderador, enriquecedor y muy bello que me ayuda a descubrir y apreciar más mi feminidad.
Hay algunas diferencias innegables entre hombres y mujeres. Nuestros cuerpos son parte de nuestra facticidad. Sólo una persona nacida en un cuerpo femenino puede vivir la experiencia del embarazo, la cual es un proceso misterioso, mágico e incluso psicodélico.


Me he dado cuenta más que nunca como somos verdaderamente UNO. Al llevar este ser dentro de mi estoy cargando una parte de mi, de Adam, de nuestros ancestros y familias. Pero al mismo tiempo este ser es su propia persona, única, con su propio destino y vida por vivir. Me acuerdo un día que estaba sentada junto a Adam dentro de nuestra tienda de acampar en algún terreno baldío de camino a Nevada. Vi su cara de reojo y tuve una visión extraña. Pensé en como nuestro hijo o hija sería probablemente algún día adulto/a, viajando por su propia cuenta, y sentí una fuerte sincronizidad, como si pudiera ver el futuro. He escuchado tantas veces del tiempo siendo cíclico y no lineal y de pronto toda la fuerza de mi cuerpo como un portal interdimensional conectando esos dos momentos en el tiempo me pareció evidente.
Ok, tal vez estoy entrando en temas demasiado abstractos, pero el punto es... Ha sido un proceso extraño, pero el embarazo definitivamente me ha fortalecido y me enseñado a celebrar mi cuerpo y a mi misma com mujer. Creo que antes de esto había intentado encontrar un poco más mi fuerza feminista en características percibidas como esterotípicamente masculinas.
Y por supuesto no estoy diciendo que las mujeres que no pueden tener hijos o que deciden no tenerlos son menos femeninas o menos "mujeres", pero definitivamente he aprendido a valorar y sentirme orgullosa de un tipo distinto de creatividad que en el pasado había despreciado o quizá simplemente subestimado, probablemente por razones personales, pero también por las tendencias de nuestra sociedad a pintar todo en blanco y negro.



Supongo que lo que estoy tratando de decir es... ¡Hey! Tengo muchas cosas en la cabeza, corazón y todo mi cuerpo y a veces no sé bien como expresarlas, pero se siente bien finalmente ponerlo todo por escrito. Y como siempre, no estoy casada con ninguna de mis ideas, siempre hay espacio para cambiar, cambiar y cambiar, como todo a mi alrededor siempre lo hace.

Y bueno, como algún tipo de conclusión: cuando estaba en San Francisco hace poco más de un mes, encontré en una caja de libros gratuitos la Bhagavad Gita y como siempre había tenido curiosidad de leerla, me la llevé. Estuve leyéndola un poco antes de conseguir todos los libros sobre embarazo que han estado capturando mi atención. Cuando Adam y yo fuimos a Los Ángeles a visitar a nuestro amigo Perry hablamos un poco sobre la Gita y Perry sacó su copia para mostrarme esta imagen:



Yo me estaba un poco asustada en esos días (como me pasa de vez en cuando) de que me pasara algo a mi o al bebé durante el embarazo o el parto, y ver esta imagen me conmovió profundamente. Sentí una bella humildad al reconocer que mi cuerpo fue creado por una energía misteriosa mucho más grande que yo y que el universo sabe como crear y mantener vida. Sólo tenemos que confiar en la naturaleza. No he tenido que pensar conscientemente en ningún momento como acomodar las células que forman los párpados de este bebé, ni tampoco mi mamá tuvo que pensar en esos procesos cuando yo estaba creciendo en su vientre. Lo único que puedo hacer es nutrir mi cuerpo y mi espíritu y saber que lo que sea que suceda en este proceso es parte de un ciclo mucho más grande que tú y yo.